viernes, 5 de julio de 2013

Para entonces.

Siento que la muerte huele a fruta,
o quizá sólo pienso de más
y es una fiesta,
lenta y tendida ante el sol,
diáfana y lejana,
lúdica y sonriente.
Áspero sabor de la pera de Octubre
en los charcos callados.
Todo un retrato de Browning
junto al lecho vacío.
Encuéntrame en la hoja seca
y dime si estoy mal,
o sólo es el olfato
el que me falla por las noches.

Alberto Madariaga
(2013)
a mi Padre

Para quererte.

¿Y quién para quererte vida mía,
en esta guerra extensa y sin párpados,
ha trepado las colinas y los valles
desde la misma región de tu largo suspiro?
De aquel suspiro que me llamó una noche
y que una noche,
se volvió la flauta de los versos,
la fiesta olvidada en tantas lunas
y la luna de fiesta que me anunció la vida.
Si no soy yo... ¿Quién para quererte?
Porque si no es mi soledad
ese broquel de labios,
pues si no es mi honda copa de Whisky
la que ha de bajar a tus pestañas
para llevarte mis besos,
entonces, ¿Quién?
A veces cuando canto,
me parece infinito el túnel del sonido,
de este sonido
que se envuelve en tu nombre,
mirándote llegar
en las lluvias de Julio
más perfumadas,
más adustas,
más llenas del inmenso contacto
de tus labios hambrientos.
Sólo el viento voraz que me acompaña
ha podido soltarme
y de esa voracidad inmensa de tu falda,
nace esta voz,
para cantarte ahora
y así quererte, como nunca
y como nunca, Amor,
echar el vuelo.

Alberto Madariaga
(2013)
a Nadia