Un temblor de caricias recurrentes,
es la noche en su sueño inesperado;
vibra el pecho desierto, desterrado
de los besos que nacen inclementes.
Azucenas en vuelo son los dientes,
al compás del amor, que enajenado,
vierte besos, mordidas sin cuidado
en eclipse total de dos simientes.
Tu callada, yo duermo... Tal parece,
que en el astro del sueño no adolece,
la epidermis expuesta del sentido.
La explosión en gardenias ha surgido.
Todos duermen mujer, y no parece
que en mis brazos descance tu gemido.
Alberto
Madariaga
(2011)