Te quiero mía,
como las nubes al alba,
que se despeñan ardientes en mis ojos
y se esconden en ratos de locura
cuando despierta el sol y canturrea.
Yo te quiero mía,
tanto, que, mansamente
mi olfato se asoma en la ventana
para buscar tus formas,
tus dulces olores de niña
y tu semblante de casta aurora.
Te quiero mía.
Te ansío en estos brazos,
nadando en las horas del beso,
en las regiones más locas del aire,
simplemente nombrando mis ganas
y yo mordiendo las tuyas.
Te quiero mía...
Te necesito anclada a mis suspiros,
sin las hogueras rojas de la espera,
sin las costas solas,
sin estas caracolas de gritos ausentes,
donde mis manos aullan tu nombre,
las estelas de nácar de tus dedos
que necesitan mis astros sordos.
Yo te quiero mía,
yo te quiero así,
tan mía como el alba,
mía como las horas locas
como la niebla altiva cuando cerca,
mis últimos delirios taciturnos.
Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia