lunes, 5 de noviembre de 2012

En lo tupido.

¿Qué parte de mi sangre no te llama
con una mansa y noble ventisquera?
¿Por cuál enmarañada cordillera
no asombra la sustancia de tu flama?

Amor que por entraña surcas rama
y ciclón y remanso y sementera,
con una inexplicable ley severa,
que me levanta y tumba sin proclama.

Dime qué parte mía no te nombra,
dónde puede sentirse ese vacío,
en que falte la esquila de tu eco.

Pues eres el temblor, la dulce sombra,
el monte, la laguna, valle y río,
eres totalidad que invade el hueco.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

viernes, 7 de septiembre de 2012

Sonata de despedida.

No es tiempo de llorarte
como el vulgo quisiera que llore,
con la mano sujeta y agrietada,
dispuesta al canto del abandono
y desierta,
muda y testiga del paso del trueno,
en la sien y la corriente.

No es la hora de la plegaria invisible,
sino de la certeza del eco,
de ese eco que angustiado y solemne,
tiendes la redes a la orilla del alma
y en los suspiros del júbilo;
y es que es la hora,
el instante,
de que la garganta se parta en la noche,
cuando la tierra te atrapa,
te convierte en infinito verdadero
y son los ojos,
vetados en su forma completa.

Yo no sé si la pena nos conmueve
o si parte,
o si gime,
o si canta.
Sólo sé que este estruendo voluptuoso
en el atardecer de los oídos,
es un remolino de sombras,
sin rostro,
sin espera
y con la verdad latente,
del último suspiro.

Alberto Madariaga
7 de Septiembre de 2012
a la memoria de Miguel Ángel Lazo Figueroa, mi Padre.

martes, 14 de agosto de 2012

Verte.

Estamparte un faro de besos,
no en la cintura,
ni en el cuello del comienzo,
no,
sino en el alba de la boca
que comienza en donde no termina
el cielo de la palabra plateada
que dejas en mi oído.
¿Y luego?
Es tan divino plantearse el futuro.
Pero es más sencillo en la barcas de Agosto
retratar tu blanca figura
cuando los besos se vuelven jarras del alma
y el alma una hiedra que se enreda en las muñecas.
Esto de verte así,
no es que me vuelva loco,
es que enloquece la sensación remota
de un ardor inacabado en la noche,
despierto en la mañana
y libre en las tardes como el lobo de estrellas
que yo soy a tu lado.
Y he aquí que vuelves.
Y cada vez más te espero.
Junto a la orilla del lago de los luceros eternos,
que tú llevas puestos en las yemas de tus largos veranos,
-aretes de nácar y fruta-
para yo te los quite sin hablarte.
Y es que esto de verte es tan dulce.
Y es tan sencillo amor,
que vuelvo a hacer ecuaciones de talco,
para encontrar una esquina en tu acento
y con ella,
doblar a tus brazos.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

viernes, 10 de agosto de 2012

Nocturno

Este collar de arándanos salvajes
que baja por la frente,
hasta rozar el trueno,
hasta cuajar con la sangre
el último milagro de la hoguera de la luna.
Y he ahí amor mío,
he ahí que te extiendes en los días,
en los espejos más lúcidos de mi cama y mi carne,
de este espiral de tiempo inacabado
donde la quietud,
se convierte en un baile
de gritos y de suspiros.
¿Y dónde va la noche cuando pasa?
Quiero que vaya al fin por tu cintura,
que suba a mi pelo y en mis sienes,
tienda un recodo de madreselvas,
que en tu entraña me oculten.
Heme aquí cuando son las horas
una bufanda de escarabajos verdes,
heme aquí corazón de la piel que te llama,
heme aquí y sabe de los tirones de suspiros,
que llevo al pensarte en la noche.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

domingo, 24 de junio de 2012

Fotografía.

Moja el olvido las cuentas del rosario,
en un témpano salado,
sin rostro,
lleno de magma intranquilo
y de barcas que se escurren.
Cubrió la noche de San Juan
la piel de la amapola.
Pena de la saliente en la sombra,
sombra de la líquida queja,
queja de la amargura omnubilada.
¡Vengan mis penas al eco!
Mírenme estar,
con la soga de los verbos en la mano,
sepan que existo para la flama y la flecha,
que no se me apagaron las canas
y que me ronda en el olfato una polilla.
Pero vengan.
Sientan este acitronado murmullo de mis cangrejos oscuros,
que no se callen por el puerto que se aleja.
Que si el rosario se quema en el faro,
el olvido le llorará con hambre.

Alberto Madariaga
(2012)

miércoles, 20 de junio de 2012

De cerca.

No niegues que me buscas a tu lado,
que bulle por tu seno una serpiente,
mordiendo tu inquietud intermitente,
en aras de sentirme aprisionado.

Anhela tu cintura mi cuidado
y ya mi libertad de adelfa y puente,
que siga su contorno firmemente
y trace su delirio desbocado.

Me sueles pronunciar entre la boca,
con fiebre taciturna, vasta y loca,
nacida en lo profundo de tus huesos.

Y yo ni qué negar que están posesos
mis sentidos enteros, si los toca
el velo calcinante de tus besos.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

sábado, 16 de junio de 2012

Pena mía.

¿Cómo narrar pues mi pena,
mi pena de voz dormida?
¿Cuándo dejarle salida
para que pise la arena?
El sentimiento es así,
un remolino esmaltado,
que extiende voraz tocado,
por los contornos del alma
y entonces, ausente en calma,
transmuta sin "más" ni "aquí".

Tiene sabor de frambuesa,
este soñar de amapola,
que vive en la adelfa sola,
con la esperanza posesa.
¿Quién le regala canción?
¿Quién puede blindar su pecho
y ver el limo deshecho
que lleva desesperada?
Porque esta pena truncada,
es savia en el corazón.

Recorre como la hiedra,
en mi mirar la ventana
y al no cuajar como grana,
su mismo espíritu medra.
Es gato en el cielo azul,
es cabalgata de loros,
que va brotando en mis poros,
hasta cantar al ocaso,
total que marca en mi paso,
la nota del abedul.

Y ya que no da pereza,
ni merma mi desaliento,
lo digo con sentimiento:
¡que viva así mi tristeza!
Si no es posible gritar
y ni en la sangre hay salida,
entonces que coja vida,
la pena que me sonroja;
yo voy sin más, cual la hoja,
que mira el frío llegar.

Alberto Madariaga
(2012)

lunes, 11 de junio de 2012

Claro de luna.

Vives adentro de mí
y más adentro te siento,
donde la linfa y el viento,
son clara imagen de ti.
Ya vives tan dentro, así
que no contemplo enrramada,
despierta o tal vez truncada,
no existe nube tan breve
ni brisa que nunca lleve,
la magia de tu mirada.

Un ancla de espuma y beso,
deja tu tacto en mi boca,
dulzura que es llama loca
y eternizado embeleso.
¿Cómo tramontas al hueso?
¿Dónde me das razón,
en que se vuelve legión
la luna de tu presencia?
Porque me clavas dolencia,
que sabe a mar y a canción.

Vives adentro y es cierto...
Y yo lo palpo lo toco,
aunque parezca estar loco
por ser un vivo y no un muerto.
Tú das el azul al puerto
do nacen malvas de arena,
donde es de trigo la pena
y de ciruela el soñar;
es lira mi palpitar
clavada sobre tu almena.

Y ya que vives ardiendo
encima de lo sentido,
nunca la sombra de olvido,
irá tras de mí corriendo.
A penas y estoy viviendo,
porque has entrado a la herida
y en forma de dulce vida,
floreces entre mi lecho.
¡Tú vives bajo mi pecho
y en la esperanza extendida!

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

domingo, 10 de junio de 2012

Serenamente.

Quisiera adormecer sobre la espina
y el llanto marchitar sin más marea,
ser hueso sumergido entre la brea
y viento en la caverna cristalina.

Que vaya mi latido do ilumina,
la verde sensación que la recrea,
saltar, estornudar sin que me vea
el alma entre su asomo de neblina.

Que el viento en esta tarde arrebatara,
mi espíritu rendido en agasajo,
sin máscara, sin sol, sin alarido.

Y tramontar allá donde la cara,
transmuta desde el cielo y más abajo,
donde es eterno el sueño y no el sentido. 

Alberto Madariaga
(2012)

martes, 15 de mayo de 2012

Nadia.

Qué nueva sensación la que me toma,
a media noche amor y a pleno día.
Es descubrir la blanca melodía,
que vive adormecida entre tu aroma.

Bulle en mi ser la fe, despierta poma
y se convierte al acto en ambrosía,
sin que quizá tu fresca epifanía,
tienda su red de muérdago y paloma.

Pero te siento dentro. Apareces
entre mi lucidez imperturbable
y vuelves y te adentras y estremeces,

los tálamos más hondos de mi vena.
Qué nueva sensación, inenarrable,
cuando es tu voz la mar y yo la arena.

Alberto
     Madariaga
       (2012)

lunes, 14 de mayo de 2012

Niebla y jazmín.

Sólo persiste vivo el eco ausente,
que por la noche lánguida gravita,
sólo el suspiro mustia, que levita
en una flor de guarecida fuente.

Quiero pasar el astro más vehemente,
aquel que en las entrañas me palpita,
que ruge con temor, que pronto incita
a la festividad incandescente.

Sólo persiste en vilo ese sentido,
de pervivencia sorda, de rastrojos,
que estallan en volcánico alarido.

Y bajo de mi cuerpo, tus hinojos,
exhalan su final y tu gemido,
derrama su existencia entre tus ojos.

Alberto
                  Madariaga
(2012)
a Nadia


martes, 1 de mayo de 2012

Te siento.




Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.
(Rafael Alberti)


Es que te siento así cuando te digo,
cuando vuelan mis ojos en los llanos
y son dos brasas vivas estas manos,
que buscan su firmeza entre tu abrigo.

¿Cómo sentirte más si aquí conmigo,
incendias mis latidos más arcanos?
¿Dónde sentirte tanto, si cercanos
son los sentidos tuyos en mi trigo?

Cada palabra alberga tu esperanza,
cada minuto alarga la tardanza
y cada amanecer, tu pervivencia.

Y ya que te retrato con paciencia,
quiero sentir que late mi añoranza,
dormida en el rosal de tu presencia.

Alberto
        Madariaga
(2012)
a Nadia.

martes, 6 de marzo de 2012

En silencio.

Cuando tu voz rendida me murmura
el aquelarre de tu rojo encanto
y son nuestras conciencias entre tanto,
magma final voraz que se depura;

cuando es tu seno nido y calentura
para mi sed formada en el quebranto
y subo por tus hombros como un manto
hasta estallar sin más en tu ventura;

es todo irrepetible y gime el viento,
una canción ignota en su agonía,
que cubre sin templanzas nuestro aliento.

Y cuando muere al fin la algarabía,
queda en mi piel tu voz y te presiento,
irremediablemente toda mía.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

miércoles, 22 de febrero de 2012

Carta muda.

No me cuaja saberte en ese estado,
que aunque no desmenuzo todavía,
pone pues en mi lira tuerca fría,
a manera de velo dibujado.

¿Es que acaso la risa se ha marchado?
No lo digo de burla... Desconfía
mi tesón de indolencia en esta umbría,
si el asunto se centra en tu enrejado.

Como cuesta saberte no corriendo
aunque puede costar incluso doble,
contemplarte sin alas y escurriendo

la impotencia en tu pómulo baldío.
Ya no sé qué pensar... Tú fuiste un roble
y no mirarte así, me causa frío.

Alberto Madariaga
(2012)
a mi Padre
He querido mirarme en el espejo,
a modo de encontrar alguna arruga.
Descubro que padezco de la oruga,
el joven despertar y sin bosquejo.

El otro que se duerme en mi reflejo,
de sangre consumado como puga,
emprende de mi estancia clara fuga,
mas no de mis recuerdos su gracejo.

Y vaya que lo miro a contramuro,
con esa mueca estéril de esperanza
y un dejo socarrón en su conjuro.

Es ese que tejió con lontananza,
un raro amanecer, pues era oscuro
y hoy torna más nublada su añoranza.

II

Te miro pues nacer en una gota,
de mi garganta seca de espejismo.
Pudiera ser que el tiempo en su atavismo,
dejara nuestra línea más que rota.

Y sin embargo pienso, no se agota
este sentir de sol y cataclismo;
como que somos sangre de uno mismo
y vena conectada que no explota.

No voy a renegar -aunque quisiera-
ni pienso blasfemar -pues no es el caso-
a todo este castillo de distancia.

Mejor miremos lenta la lumbrera,
que al fin, después de todo, nuestro paso,
es breve -pero breve- en esta estancia.

Alberto Madariaga
(2012)
a Mi Padre. 

Réquiem sin ruido.

Siento que no siento el sentir más embriagante,
donde una palma de lluvia se deshoja
y calienta el ocaso sin recuerdo.
¡Cuántas risas al lado de la hoguera!
¡Cuantas ramas que penden de sus llamas
y en el centro del fuego,
la brasa misma del orígen,
del rumbo que no se pierde
pues puede negarse,
ni al tiempo,
ni a la memoria!
He querido cantar en esta tarde.
No a las musas del verano,
ni a las flores del camino...
Es al ancho florecer del que no cansa su trecho,
del que lleva una gloria gastada,
llena de ternezas y de amarguras,
del que parte mi sangre en dos
y un cauce de esa herida
corre al aspa de trinos de su seno;
a la razón primera
que desconoce tiempos y medidas
al explotar el canto.
Y heme aquí.
Heme descalzo de pensamientos largos,
heme que pesa más la lira que sus cuerdas,
heme aquí,
aguardando la hora
del comienzo febril.
para llorar un poco -que poco habré llorado entonces-
y desahogar los miles de fantasmas
que rondan aún por mi conciencia.
Porque un hachazo sin viento,
ha venido a remover la tierra de los gorriones
y dejó en el descampado,
una lluvia de acentos y memorias
que no se aplacan nunca.
Heme aquí,
junto al pozo que gime,
notas de cisne negro,
en la mañana de un alba fresca
y ahí,
junto a la hoguera sin cristales,
ahí junto a esa lluvia de estática amargura,
te quedas congelado Padre mío.

Alberto Madariaga
(2012)
a Mi Padre. 

viernes, 17 de febrero de 2012

Insomnio.

Quiero que seas mi amante, desde el alba del vaso,
hasta el anochecer de los íntimos suspiros.
No es tarde;
es tan temprano para ser de mis entrañas
una extensión voraz,
que me contemple cuando doy un paso
y me persiga en los vientos mas sobrios.
Que tu vestido teja hacia el suelo
un viaje de hojas,
que se convierta en otoño lánguido su lana
y que pueda surgir de su agonía
una floral ensoñación de llamas últimas.
Quiero que seas mi amante.
Quiero reconocer tus horas,
quiero saber de la tiebieza de tu beso
de lo salvaje que se esconde en las selvas de tus ojos,
de ese grito primero,
que es la sombra y la borrasca,
el tifón y la honda huella,
la cara del aire,
la simpleza del comienzo en el ocaso
y del olor de la carne en los delirios.
Quiero que nada queme mi corazón a solas;
no, que sea tu boca quien se coma todo,
que no me deje migajas de cordura en la hora de la niebla,
que sea mi pan tu mano
y que tu pecho,
tienda una red directo a tu cadera.
Toma el bastón de la locura sola
y entonces,
en silencio,
clava tu fe en mi carne acongojada,
y bebe de la sed de mis temblores,
que quiero que seas mi amante,
la de todo.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

lunes, 13 de febrero de 2012

14 Lunas.

Apenas y me acuerdo de la hondura,
apenas y me acuerdo del zafiro,
que pudo despertar de mi suspiro,
la lira predispuesta en calentura.

Y sin embargo es cierto y en la albura,
comienzo a tramontar en blanco giro;
no suelo recordar ese respiro,
mas queda una constancia que perdura.

Parece que despierto todavía
y miro con la gracia de ese día,
las cosas que levantan hoy mi canto.

Me esperan más veredas, mientras tanto,
contemplo nuevamente la sandía
y pongo en sus sabores amaranto.

Alberto Madariaga
12 de Febrero de 2012.
con motivo de mi decimocuarto aniversario poético. 

jueves, 9 de febrero de 2012

Serenidad.

Vengo desde las horas largas del desvelo,
de las ansias eternas,
como una estela loca en la bóveda del alma
que se ilumina al ser una canción en fuga.
Vengo a ti.
Camino por la hilera de incontables formas de tu nombre,
huelo desde lo lejos,
los gritos que libera tu cabello
al tener mi presencia;
¡ay amor, quién fuera en tus palmas
una gota de acento de guayaba!
Vengo desde tus huellas...
Al calor de las alboradas grises,
sin tu cerco en mi pecho
todo me sabe igual,
todo tiene una triangulación de máscaras cambiantes
que van hundiendose en mi dermis,
seca,
esperando tus ánforas de besos
y de mordidas,
en este resquicio del viento
que tengo por morada,
una morada ávida y alerta,
en constante recelo,
en una búsqueda que no se calla en las paredes
y me requiebra labios y nudillos.
Lluévete en mí mujer.
No sientas miedo.
No dejes que el eco lejano de la hurtadilla fácil
cerque tus labios nuevos,
que nos cubra la noche del silencio inútil,
que se nos vuelva el beso una costumbre
y que tu piel -trigal de sangre en calma-
se incendie de mis dientes
y mis manos. 

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia.

sábado, 4 de febrero de 2012

De tu calor me encuentro sostenido...

De tu calor me encuentro sostenido,
como por magia misma, por ventura,
que irradia en mi sonrisa la ternura
y el punto matinal de mi sentido.

Abres palabra líquida y sin ruido,
taladras hasta el tuétano. Su hondura
no ignora de tu esencia la textura,
mas llama de tus ojos el sonido.

¡Ay amor mío, quién me viera,
descender de la fiesta de tu hoguera,
hasta ser de tu espíritu el torrente!

Siento correr tu zarpa por mi frente,
tu beso, como flecha en mi vidriera,
hasta volver a mí con llama hiriente.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

lunes, 30 de enero de 2012

El Puente.

I

Sentí desde la orilla el arrebato,
sin mirarme de frente y sin sonrisa.
Hoy invade su voz la tez que irisa,
con profunda conciencia en desacato.

No sientas que no miro sobre el plato,
el mijo de lo adusto que se plisa;
perfectamente sé que en la cornisa,
no gime del regreso un noble gato.

Ondula por mi adelfa el aliciente,
de aquello que florece en un comino,
de blanca ensoñación que vibra y siente.

Por fuera soy la roca y el espino,
la estepa desolada, la saliente,
que guarda su verdor bajo el camino.


II

¡Quién me viera caer lento y seguro,
sin más calor ni más resurgimiento;
gris el alma y postrada entre lo oscuro!
(Antonio Gala)

¿Qué más puedo decir que no dijera
mi palabra tal vez entrecortada?
Nos cortó sin aviso ciega espada,
con cizaña de acacia o de tijera.

Pues tu mano no olvida primavera
y mi voz no pronuncia madrugada...
¡Cómo cuesta subir la desolada
sensación de distancia verdadera!

Casi trece magnolias son testigas,
de tu incierta paciencia y mi silencio,
que por dentro no acallan sus ortigas.

Duele pues en la lágrima el hachazo,
un hachazo de pena que sentencio,
a dormir sin consuelo y sin regazo.

III

Me habrás de corregir si me equivoco
o yo te mostraré mi grave acierto,
pues pienso que la lengua del desierto,
no mermará su largo sólo un poco.

Basta decir de pronto que no toco,
el péndulo del sueño más despierto;
no queda en mi esperanza blanco puerto,
do ponga su vigilia un faro loco.

Nos quedan dos opciones: resignarnos
o bien, menudamente camuflarnos,
en troncos de regresos que no llegan.

La voz de mi dolor es quien relata,
esta misiva extraña, donde juegan,
tu ausencia y mi tesón, en forma ingrata.

Alberto Madariaga
(2012)
a mi Madre.

Desesperado

Cómo juego las copas de tu pelo
y en la sombra del sol, con tu mirada,
porque fluye en mi sangre quieta espada,
apuntando directo a mi desvelo.

En la dicha postura todo es hielo,
porque falta en mi cuerpo llamarada,
de tu boca, tu voz apasionada,
de tu abrazo que sueño y tanto anhelo.

Que no soy un chaval y sin embargo,
siento acaso un tifón entre mis venas,
donde asoma el asalto más amargo.

Un asalto sin eco y sin cadenas,
por el hambre latente entre letargo,
de tu beso en mis noches más serenas.

Alberto
                  Madariaga
(2012)
a Nadia

martes, 17 de enero de 2012

Lluvia astral.

Y te miro correr donde he pasado,
con vestidos de viento hasta el tobillo
y en la voz murmurando el estribillo,
de mi nombre sujeto a tu cuidado.

Te deslizas en mí... Te siento al lado
de mi cama y mi sed, de mi nudillo
conmoviendo las sombras con tu brillo,
de cercano universo enajenado.

Es que tanto te miro, digo y siento,
que parezco volver al nacimiento,
de un embrujo distante a nuevas eras.

Se derrite tu huella en las aceras
y te vuelvo a formar en el momento;
sólo sé que te amo y que me esperas.

 Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

miércoles, 11 de enero de 2012

Ten miedo de mí.

Ten miedo de mis pisadas en la noche,
que no huelen,
que no dejan rastros ni de estrellas ni de sonidos,
puesto que mis huellas mudas,
van buscando los cascabeles de tus labios.
Que esté tu mano alerta,
que no demerite cuidado alguno,
que se vuelvan los muros que te guardan,
los centinelas vigentes de la alborada ficticia,
cuando mi sombra de bestia
y el hambre que se gesta en su entraña,
vengan para buscar tus ojos,
su magia revuelta en el aire,
que habrá calado hasta el fondo de mi tierra.
No temas a mi imagen...
Ten más miedo del soplo de mis ganas,
de esas ganas locas,
de juntar tu espalda en un ramo de besos,
de fuertes pinceladas teñidas de cromo,
de azul inmenso,
de tu carne y mi muerte
y en el lugar donde mi muerte es una cercanía
a tu vientre lleno de luceros.
Témeme amor.
Ciegamente.
Indescriptible y sordo que sea el miedo,
pues cuando lleguen mis brazos a tus brazos,
serás para mis fauces
y más que para fauce y dentellada,
para el amor, que hierve en mis adentros.

Alberto Madariaga
(2012)
a Nadia

sábado, 7 de enero de 2012

¿Cuándo?

Con la tarde que muere enarbolada,
en rumores de mirto y agonía,
me pregunto sin tregua vida mía,
el instante febril de tu llegada.

¿Cuándo voy a tenerte aprisionada
en mis brazos que añoran tu alegría?
¿Cuándo pues, dulce amor, tu epifanía
ha de ser en mis ojos devorada?

Que mis labios no secan manantiales
a tus besos de flecha. Que mis manos
te persiguen en diáfanos cristales

y taladran los rumbos de locura,
esos rumbos inciertos y lejanos,
donde vive el crisol de tu dulzura.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia.