sábado, 21 de mayo de 2011

Sortilegio.

Bullen céfiros vivos en mis sienes cansadas...
Tú distante, yo lejos,
todo puebla la niebla
y no son más los ojos sino auroras,
y no son las auroras sino mantos ausentes
que olvidaron el nombre,
ese nombre infinito donde yo te cantaba.
¿Es el alma quien duerme? No lo creo.
Y heme aquí con linterna todavía,
heme aquí despertando,
heme aquí conmoviendo los últimos manteles
para el rosal que lleva la esperanza.
Si tan sólo el tiempo fuera un punto,
marcado en el ocaso y congelado,
si estas ganas fueran ramas de jacinto
y nuestras dos voces,
fueran dos cercanas supernovas
que cierran su desvelo en tibios besos,
¡ay Amada mía, cuánta blonda quietud nos tomaría,
cuánta luz y pasión en nuestros dedos,
prenderían la carne y luego el alma!

Alberto
    Madariaga
       (2011)

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