Vaga mi piel sin ti rodeando dunas,
de inclemente noción, de forma extraña
y es el pecho sin verte una montaña,
sumergida su verde bajo hambrunas.
Miro en tus ojos campos y lagunas,
miro en tu tez la luna en telaraña,
que de plata volcánica se empaña,
en andares de otoños y aceitunas.
Pero también me faltas y es un hecho,
que gravita mi boca en desatino,
sin el cálido adagio de tu pecho.
Un girar de sonrojo y de platino,
nos dirá cuánto más tolera el techo,
cuánto más nos dispone el negro sino.
Alberto
Madariaga
(2011)
a Nadia