viernes, 23 de diciembre de 2011

Sumario

Es que te miro ahí, todavía,
con lluvia corriendo como pájaros salvajes
en el sol de tus mejillas.
Te escucho callar a fuerzas,
con el fatal desprendimiento de la palma y de las manos.
Digo que ya es tarde.
Quizá todavía creo en el devenir perpetuo
de una garza de mil estruendos,
quizá pienso que un remolino feaciente
puede tornar los nortes desolados
en una fiesta de caracolas áridas,
que guardan los últimos ecos del océano.
Aún te miro ahí, con los ojos vestidos por gritos,
de no sé cuántas voces,
mojadas,
indetenibles y pálidas,
con la garganta rota y diáfana
vuelta en los cristales del espejo.
Y me miro correr,
y me miro en el "pudiera"
que no fue,
que no será sino sombra muda
y adentro, más adentro una gárgola indecible
cubierta por las hiedras del recuerdo.
¿No crees?
Yo tampoco.
Pongamos pues que nada he dicho,
que nada se me escapó del fauno de los sueños,
donde el regreso es llama,
que no se apaga pues,
mas no relumbra.

Alberto Madariaga
(2011)
a Mi Madre

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La semana sin ti

Nada se me acostumbra en este piélago de sueños,
nada que no retorne,
con tu olor sujetado a mis palabras.
Todo se prolonga indeteniblemente,
en una febril cascada de intenciones locas,
desesperadas,
vestidas por la niebla de tu imagen,
que no me llega sino en un eco herrante.
No se me acostumbra la almohada,
que tan sencillamente está dormida,
la cual, con impasible arrojo,
se olvida del hueco que me dejas,
que le dejas a las cosas que te miran
desde triángulos de cera y de jacinto,
para nombrarte en íntimos dinteles.
¿Acaso es culpa tuya?
No lo creo.
Tiene tu cuerpo a bien dejarme huellas,
por donde pasa tu perfume,
que se me queda en las bufandas de luz de la mañana,
tienes a bien martillar cada suspiro
con las hojas de plata de tu nombre,
tienes a bien mujer,
meterme riendas,
con tus ojos en celo,
con tus labios al alba.
Pero he de preguntarme por lo tanto,
cómo argumentar los días más oscuros,
estos,
inmóviles ante mis manos,
líquidos en mis oídos,
y esta inconforme ansiedad de que me encienda el día,
con la noticia de tus rojos besos,
con la cierta transparencia de los loros vivaces que llevas en el rostro,
con esta lluvia de soles,
que puedan marcar el fin de tu distancia
y el nacimiento de mi voz.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

martes, 20 de diciembre de 2011

El Secreto

A medida que cuaja mi locura,
en la nieve callada del lucero,
surge parco concierto que no espero
y tunante campana de cordura.

Repentino tifón sin partitura,
llueve luces y flores en mi estero,
a la vez que se gesta ya severo,
este sobrio temor sin atadura.

Algo escondes mujer, en la guirnalda
que mis ojos no ven. Tal vez han sido
un misterio esmaltado en una roca,

mas presiento un rumor, que, sin sentido,
abre puerta escarlata por mi boca
y en mi sien deposita una esmeralda.

Alberto
Madariaga
(2011)

a Nadia

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Recuerdo...

Ya no me acuerdo tanto
de como comenzara nuestra historia
y siento en la memoria
un singular color en brasa viva.
¿Acaso fue tu encanto?
¿Tu forma imperativa?
No lo recuerdo amor, pero es tan cierto,
que voy por las aceras pronunciando,
el eco ultramarino de tu puerto,
el "cómo" "dónde" y "cuándo"
que nace en el instante de acordarme
que mueres por mirarme
y yo por estrecharte entre mis brazos.
Ya fuese que encontrarme,
hiciera en ti los lazos,
ya fuese que saber de tu existencia
hiciera en mí la llama y la vehemencia,
lo cierto es que nació por los arrojos,
un beso que se inserta en tu dulzura
y un grito que penetra hasta mis ojos.
Ya no recuerdo tanto,
si fue porque llovía,
no logro descifrar amada mía,
si el brillo de amaranto,
me dio como empujones para verte...
Lo cierto corazón es que te sigo,
lo cierto corazón es que en tu abrigo
mi fe se rinde entera
y busco en tu perfume noche y trigo
y en tu candor la hoguera
y ya en tus manos flores y deilicias.
Ya no recuerdo el alba en la ribera,
y sin intento nuevo
de que el recuerdo esboce por mi frente,
tan sólo te diré, que desde entonces,
no hay fuerza que me rinda en un torrente
ni fuego que me queme sin simiente,
como este instante mismo,
en que me asalta el vivo cataclismo,
de repetir el tramo,
que con los pies recorro vida mía,
para poner -en delicada umbría-
el fuego en que te busco y que te amo.

                        Alberto Madariaga
                                (2011)
                              a Nadia
                                de "Luz de Trementina"

viernes, 9 de diciembre de 2011

La Cita.

Cuando te veo correr entre mil rostros,
luna que siento cerca de mis noches,
cuando es el nervio un sol congestionado
de ganas en brasa viva,
cuando no llegas,
cuando simplemente el puente extiende por leguas de cielo
las multiples aceras que nos separan,
es cuando me nace un fugaz calor en los tímpanos,
es cuando una lluvia amenza mis pupilas
con la promesa firme de llevarse todo.
Siempre te espero al alba.
Al pie de las grullas del otoño,
donde es tu falta un espacio que no grita,
una candente nota que se extiende
desde el rincón que mi latir ubica,
hasta lo mismo y puro,
hasta todo lo más próximo y sereno
que el corazón no sabe.
Al pie de las grullas Amor,
de las grullas solas.
Son en el instante barcas de sueño
y el sueño es un huracán ensordecido de besos
y son los besos bombas de tiempo
y el tiempo, no suspira ni existe en el instante.
Y ahí,
donde mi voz te espera,
ahí,
se difumina un chorro de arena,
que no te ve llegar.
Vuelvo a verte correr sobre las horas,
a buscar tu facción entre mil rostros
y ahí, por las grullas del aire,
por los aires del cuerpo que te toca,
yo toco la voz del sueño,
con una alondra en la mano
y un ramo de desconcierto entre la otra.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

Respuesta.

Llegas a mí desde el último tren de días interminables,
donde el mundo del verbo anunciado,
no se oculta,
donde no se duerme la sal del silencio,
ni la voz del llanto
y el mudo correr de la risa,
son indelebles y arcanas.
He aquí la tormenta vuelta brisa,
he aquí que las malvas se hacen truenos.
Páramo alegre de noche,
flora inmensa en la tarde
y temblor de volcanes al día.
No se me olvida tu voz,
tu llamado de fuego,
esa impaciente búsqueda tuya
que se anidó en tu garganta
para incendiar su interior con mi nombre
y por tu dermis,
clavar mi presencia.
No,
no te me olvidas, no.
No es que yo quiero evocarte sin tregua,
no es que yo quiera buscar por el viento
las veinte formas distintas del ruido,
de tu ruido,
que me dejas en las narinas
y del olor a tunas que observan
que me grabas sobre los dedos.
No es que yo quiera evocarte;
es que te evoco.
Es que responden mis manos,
es que no saben quedarse calladas,
cuando es tu verbo un flecha en el sueño
cuando es tu sueño una espada en lo vivo,
cuando eres una promesa,
un nido y un nardo,
una poma y un verso,
cuando eres sin más dulce vida,
todo mi mundo desnudo de sombras
y ese misterio alumbrado de soles;
cuando eres sin más,
lo que amo.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

sábado, 3 de diciembre de 2011

Reloj de Arena

Se muerden las nubes sin tregua,
en una adelfa oscura,
de incontables caídas desde la cumbre.
Allí, se detuvo el tiempo en una astilla,
en un aullido de estrellas sin forma,
sin ojos, sin nombre.
Allí nos quedamos los dos,
completamente distantes del tiempo de la palabra,
del segundo sagaz de la espera,
de la nota fluctuante
y del rincón del ocaso.
Hoy sólo son céntimas agrias,
las que nos restan en esta masedumbre hueca,
donde el cristal cada vez más cambiante,
no recuerda la voz del principio,
donde nada,
donde todo se tiñe de niebla
y se queda sin gritos la sangre.

                     Alberto Madariaga
                         (2011)
                        a mi Madre

viernes, 2 de diciembre de 2011

Canción de amor

¿Cómo adivino tu fe vida mía?
Sólo contemplo la luna en tus ojos,
que me denuncia los claros antojos,
cuando mi sombra te asalta en la umbría.

Es tan sencilla saber tu agonía,
sin que te postres en blandos hinojos,
porque tus labios palpitan sonrojos,
si de mis besos presienten porfía.

Se te desnudan sin tregua las manos,
imaginando deslices arcanos,
que de mis dedos extiendan placeres.

Ya no persisten futuros ni ayeres,
sólo presentes vibrantes y ufanos,
cuado confiesa tu voz que me quieres.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Te quiero mía.

Te quiero mía,
como las nubes al alba,
que se despeñan ardientes en mis ojos
y se esconden en ratos de locura
cuando despierta el sol y canturrea.
Yo te quiero mía,
tanto, que, mansamente
mi olfato se asoma en la ventana
para buscar tus formas,
tus dulces olores de niña
y tu semblante de casta aurora.
Te quiero mía.
Te ansío en estos brazos,
nadando en las horas del beso,
en las regiones más locas del aire,
simplemente nombrando mis ganas
y yo mordiendo las tuyas.
Te quiero mía...
Te necesito anclada a mis suspiros,
sin las hogueras rojas de la espera,
sin las costas solas,
sin estas caracolas de gritos ausentes,
donde mis manos aullan tu nombre,
las estelas de nácar de tus dedos
que necesitan mis astros sordos.
Yo te quiero mía,
yo te quiero así,
tan mía como el alba,
mía como las horas locas
como la niebla altiva cuando cerca,
mis últimos delirios taciturnos.


Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

jueves, 10 de noviembre de 2011

Nadia.


Yo no me canso de cantar tu nombre,
con los ojos, con el filo del viento
que firma en las orillas de la bruma,
una cascada con tus ojos claros.

No se cansan los pinos, en su canto
nocturno, en esa larga serenata,
que lleva de mi voz el bravo acento,
para los escondites de tu oído.

No se cansan mis huesos, ni mi linfa,
de repetir tu nombre, de decir
en un latido ignoto y soberano,

y no se me canso de la noche inmensa,
que me abandona sólo a a tu recuerdo
y por mis labios va grabando: "Nadia"

Alberto Madariaga
(2011)

de "Luz de Trementina"

viernes, 28 de octubre de 2011

Serenidad.

Lentamente me iré mimetizando,
en costumbre sin par a lo indolente
y quizá con la risa se alimente,
el sereno clamor con tono blando.

Esperanza del "cómo", "dónde" y "cuándo",
seguirá relumbrando en lo inclemente,
aunque pueda la fuerza de lo ausente,
pertrechar su ansiedad, pero callando.

Es por eso que acaso en la alborada,
un letargo será la tez anclada,
para darme la calma, luego el juicio.

Se prolongan la forma y beneficio,
en el fuego sagaz de la mirada,
que se añeja en suspiros de artificio.

Alberto
        Madariaga
(2011)






domingo, 23 de octubre de 2011

Totalidad.

Yo soy desde estas barrancas de horas,
un oleaje de tus huellas,
de tus últimos suspiros yertos
que llegan en los espasmos del ambiente.
Desde tus ojos ansiosos,
desde el olivo color de los luceros,
hasta esta fosa inerte de mis quietos hombros,
aquí,
aquí yo soy una extensión de tu silencio ansioso.
Todo lo promete la larga espera,
ese naranjo de luciernagas anchas y ambarinas,
que me llegan en las tardes solas,
que trepan a mis ojos,
que se me cuelan mansamente en el crespón del alma
y luego se van escondiendo en la esperanza alegre.
Sí, aquí,
justamente en este lado del charco,
que es tan corto y tan extenso,
tan sublime y tan amargo,
tanto delirio hambriento,
que aquí, 
yo me convierto,
en el amor,
en el delirio
y en la sombra de todo. 

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

sábado, 22 de octubre de 2011

Lied.

No quiero profanar el desencanto,
por sólo agujerar mi ley severa.
¿Quién puede en mi letargo ser quimera
de fuego y permanente en el quebranto?

Aguardan mis delirios, amaranto,
vertiéndose en mi sola enredadera.
Temo a la fauce hueca del que espera,
el trueno sin delirio y sin espanto.

Voy a los faros del dolor ausente,
de aquel que se anuncia, pero ardiente,
expone su trinar en la morada.

No quiero profanar el paso lerdo,
no quiero que despegue la mirada,
su rumbo hacia la nube del recuerdo.

Alberto Madariaga
(2011)

En el acaso...

Me palpita en el pulso todavía,
un nocturno dolor inacabado,
que se adentra con lujo y sosegado,
hasta el túetano mudo y sin sangría.

Rompe abismos de sal cuando confía,
mi silencio a su númen el cuidado.
¡Ay del timbre vibrante y perfumado
que me mina sin ser epifanía!

Pero pueden pasar los nubarrones
de las aguas de Leteo en mi perchero,
destiñendo corazas y portones.

Cuando grite de ardor el ventisquero,
¿Qué vestigio de luz en mis pendones,
besará con su flama mi sendero?

Alberto Madariaga
(2011)

Línea y caudal.

Alguna vez te alcanzará el sonido
de mi apagado nombre, y nuevamente
algo en tu ser me sentirá presente:
más no tu corazón; sólo tu oído.
(Rubén Bonifaz Nuño)

¿Qué parte de la faz de la balanza,
otorga la sustancia de mi peso?
Reniego, no del bache ni el proceso,
ni acaso de la voz de la esperanza.

Mas todo cuanto anhelo, nunca alcanza
a ser en el caudal encuentro ileso;
 soy góndola sin rumbo, brizna y yeso,
que no se pliega al delta de añoranza.

Y dudo de la duda, pues dudando
no sirve el corazón que no razona,
ni el eco del amor que está quemando

las sienes, las ventanas, cuanto existe.
Quizá la desazón no me perdona,
si el eco de lo ausente me desviste.

Alberto Madariaga
(2011)

martes, 18 de octubre de 2011

Alquimia.

"Un beso así, no quiere decir nada,
es ceniza de amor, no lava hirviente,
que en amor hay que estar siempre presente,
mañana, tarde, noche y madrugada"
(Rafael de León)

Se vislumbra la sombra en la cornisa,
todo un norte quizá, desmejorado,
que retiene su viento desbandado,
antes fibra de sol y tenue brisa.

No se tuerce el encanto en la sonrisa,
aunque merma su acento sujetado
en escarcha de lúdico enrejado,
tras desvelo de amor cuando se plisa.

Se arrancó de mi fuero una paloma,
perseguida en los flancos, por azores
germinados de cláusulas de duda.

Es la magia del beso clara poma,
arraigada con luz en mis amores,
aunque el trueno del miedo le desnuda.

(2011)
a Nadia.



 

Encrucijada.

Desciende nuestro amor por cordillera,
plegada en un glacial apenas fuerte.
Empero, se vislumbra rara suerte,
de nieve sollozada y hechicera.

Persiste del amor vivaz lumbrera,
al tiempo que un desvelo se convierte,
en faro de frialdad, de altiva muerte,
que cuela su brillar en mi galera.

Confieso, tengo miedo de mi mano.
Un miedo inconmovible y soberano,
ajeno a reflexión en retirada.

Ansiosa todavía la mirada,
no baja su falange ante lo arcano,
mas puede ser lo arcano, flecha anclada. 

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

jueves, 13 de octubre de 2011

A veces...

A veces no te entiendo...
Hiciste la impetuosa maravilla,
de estar clavada en mí como una astilla
en medio de mis huesos y sentidos.
Conmueves la mejilla,
agitas los latidos,
al puro acontecer de tu mirada
y sin embargo, luego,
parece ser amor que en desbandada,
otorgas a lo nuestro pena anclada,
que es ancla sin delirio y sin sosiego.
A veces me sorprendes,
me asaltas por la noche,
con ambición forjada y cristalina
y en otras, un reproche,
se clava en mi interior como una espina,
que no se safará tan fácilmente
y de mi voz lejana,
escapa en la ventana,
una paloma viva y refulgente,
que intenta pervivir en tus enojos.
A veces no comprendo.
Taladras en mis ojos
y pones tu semilla entre mis huesos,
y hierves con arrojos
y nacen nuevos besos
y desplegadas ansias a tu lado,
las cuales no he negado
y nunca negaré, pues su semblanza
alberga bajo el pecho viva y roja,
la luz de mi suspiro y mi esperanza.
Y sin embargo mira,
que luego se te antoja,
poner un jaque eterno a los amores
y son como los lobos en la estepa,
las dudas, los rumores,
las cosas que te callas y no dices,
y que se vuelven flores,
de inciertas e incontables directrices.
A veces no te entiendo...
O puede ser que aprendo,
más lento del común que me precede.
Tan sólo te diré, que logras todo,
con insaciable fuerza desbocada.
No hay pena que por ti, no esté sangrada,
ni gozo que por ti no se presuma.
Naciste de la espuma,
eclipsas la alborada
y ya que de mi alma enamorada,
tu númen se hace fuerte y se acrecenta,
entierra más en mí tu dentellada
y déjame que sienta,
que nunca he de entender con mi reclamo,
el fuego donde vivo y más te amo.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

viernes, 7 de octubre de 2011

Tu beso.

En tus labios fulgura un beso mío,
que sin darte, con fuego está clavado,
derramando su indómito cuidado,
con pasión sin igual y loco brío.

Tiembla ardiente ese roce y prueba frío,
a la par que galopa desbocado,
en tu seno su aliento inesperado,
con la fuerza glacial que lleva el río.

Una gema que explota y que se vierte,
en romboide de luz sobre la roca,
como magma telúrico que advierte,

el ardiente estallido que sofoca,
pues quisiera mi beso ver su muerte,
en el tacto escarlata de tu boca.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia.

Hiéreme más amor...

Lejos estás de mí, pero tan dentro
te llevo que jamás podré perderte.
Y tan presente estás en mí que encuentro
imposible mirar algo sin verte.
(Francisco Álvarez)

Hiéreme más amor, no sientas pena.
Que mi pena te nutra y, nuevamente
sangre mi voz un eco intermitente,
que vierta sus impulsos en tu arena. 

No temas a clavar la zarpa plena, 
no temas al quejido displicente;
el corazón te sabe intransigente
y corre a tu latir de luna llena.

Hiéreme más amor, no des clemencia,
quiere mi piel saber de tu mordida
y mi tesón probar tu fiel sentencia.

El gozo me has brindado con la herida...
¿Qué puedo ya pedir sin penitencia,
que alargues tu dominio por mi vida?

Alberto Madariaga 
(2011)
a Nadia 

lunes, 3 de octubre de 2011

Nadia

¿Qué no te han dicho mis labios
que no se calle mi alma?
¡Acaso todo,
completamente todo y sin embargo,
no alcanza el alma mía,
a sufragar su grito
en tu entraña más lejana!
¡Qué no quisieran mis manos,
junto al desvelo de las tuyas!
Naufragio pleno,
hambre de amaneceres hondos
que no se acallan, 
grito de silenciosos ventanales
que en miles de pasos,
nos apartan brevemente.
¡Qué cosas en mi cuerpo
inesperadamente no te nombran!
Desde el glacial hasta la tea,
desde la entraña hasta la copa,
es un diván abierto
este palmo de carne que te llama,
que te persigue a solas
y en el bullicio también te guarda,
con ímpetu que llega,
que tambalea las últimas fronteras 
del corazón que arrasas.
¡Cuánto! ¡Cuánto mi tarde loca
no se desgrana por contarte!
¡Cuánto olor de avellanas,
no destilan mis últimos suspiros
sobre la jungla de tu pelo!
Como el agua misma
te escucho gotear de lejos
y como el fuego hiriente
te siente nacer mi dermis en su impulso.
¡Qué no te dieran todos mis desvelos,
en un anochecer que leva el ancla
y en un amanecer que no termina!

Alberto Madariaga
(2011)

viernes, 30 de septiembre de 2011

Ebriedad de Porcelana




No se cita por suerte de mi lado,
matemático ingenio sin clausura,
tan fugaz como beoda levadura
y de raro abolengo mutilado.

Si he de verme del Oro separado,
se separe total mi conjetura,
a manera de cinta que procura,
su naufragio final, pero sesgado.

¡Ah de máscaras huecas y rapaces!
Maquillajes de clara pesadumbre,
siendo clones de ingenios más mordaces.

Tiene el Tigre, por cierto, como cumbre,
flamas propias y puras, no fugaces
resplandores que imitan a la lumbre. 

Alberto
     Madariaga
(2011)

jueves, 29 de septiembre de 2011

De tus manos...

Tienen mis manos vastos humedales,
a la espera febril de que tus manos,
sacien calores hondos y lejanos,
en conciertos de niebla y ventanales.

No me sostienen íntimos raudales,
sino la sensación de tus veranos,
desvaneciendo en mí sus tintes llanos,
con furias y pasiones a caudales. 

Tienen mis dedos molde y tesitura,
para grabar cual fiel fotografía,
de tu caricia el paso y su ternura.

Quiero tener un palmo de porfía
y ser un sol de fiebre y de locura,
al percibir tu mano con la mía. 

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

sábado, 24 de septiembre de 2011

Desde lejos...

Mira, que no ves y tú me sientes,
no estás brillando aquí, pero te siento...
Nos ata en la distancia el pensamiento
y vibra la pasión en nuestros dientes.

Los cuerpos de los dos están ausentes,
en círculos de sombras y de viento...
Y sin embargo, amor, el firmamento,
acoge nuestras almas ya vehementes.

Mira que no es tu boca mi morada
-al menos no vislumbra todavía-
y sin embargo siento, que implacable,

me muerdes desde el labio hasta la umbría,
y sangras de mi piel amordazada,
el rictus más carnal e inenarrable.

Alberto Madariaga
(2011)
a Nadia

Por la noche.

Una noche, mujer, sin previo aviso,
sentirás en tu dermis la noticia,
del temblor suscitado en mi caricia,
cual fantasma que ronda de improviso.

Sacudido en tu pecho, todo el piso,
abrirás una grieta a la delicia,
en el vuelo de ganas que propicia,
el despierto tesón que unirnos quiso.

Y no espantes amor, que no hay engaño,
de diabólico espectro y negro daño,
si es mi esencia quien llega a visitarte.

Temblará de tu seno el estandarte,
al calor de mi beso y desempaño,
para sólo en su anhelo cobijarte.

Alberto
          Madariaga
(2011)
a Nadia

miércoles, 21 de septiembre de 2011

De tus ojos se llena la alborada...

De tus ojos se llena la alborada,
huele a ti la campana del ambiente
y se torna vibrante y diferente,
esta calma que nace inesperada.

En mi sombra convive desatada,
de tu sombra la huella permanente;
cuánto blanco delirio intermitente,
nos conmueve la sangre enamorada.

Esta atmósfera plagada de tu aroma,
del idioma vivaz que de tu cuello,
en mi pecho se adentra como poma.

Y mi olfato te sigue en plena noche,
escuchando en el mapa del derroche,
de tu amor el acento, tierno y bello.

Alberto
            Madariaga
(2011)
a Nadia

Sin tocarte te he tocado...

Sin tocarte, ya ves, que te he tocado,
y me ronda tu olor entre los dedos.
Tu mirada de abril alberga ruedos,
que son huellas de mí, cuando he llegado.

Tu silueta se anida con cuidado,
en mis trémulos soles de denuedos
y me dejas cantando desenredos,
que son flores naciendo en tu enrejado.

Sin llegar a tu lecho ya eres mía,
pues lo gritan tus ojos cada día,
cuando tiembla tu voz junto a mi oído.

Y sin verte en mis brazos, te he sentido,
conmoviendo mis mares de agonía
y guardándote toda en mi latido.

Alberto 
         Madariaga
(2011)
a Nadia

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cápsula de búsqueda

¡Como te buscan mis horas todavía,
donde se fuerzan soles,
y un largo escaparate de sueños sin mirada,
se me escapan de los mares antiguos de mi sueño!
¡Cómo te buscan los olvidos ciegos!
¡Cómo te buscan!
Es una resistencia a la mirada sola,
es un cometa de manzanas y de libélulas
en medio de las aguas más calladas..
Sí, mis ansias te buscan,
como una luz en medio de la noche,
donde hay un faro entre la honda niebla
y los buques del viento se entrelazan al agua
sin desentrañar su celo eterno.
Y te leo en la búsqueda serena...
Pero se me ha cerrado el espacio donde no han llegado mis manos
y una muralla de intranquilas cosas,
han hecho más eterno el puente largo.
Y sin embargo:
Sí,
¡Cómo te busco todavía!

Alberto Madariaga 
(2011)
a Nadia

viernes, 16 de septiembre de 2011

El encuentro

Y es que me acuerdo de ti....
Con ebriedad de tu recuerdo,
con esta borrachera de nombrarte,
que a penas y en mi cuerpo deja fuerzas,
para exclamar mi sangre mientras corre.
Y es que me acuerdo de ti...
Mientrras que duermes mansamente
y yo, sin más sentido que mi pulso,
para narrar mi desventura.
No encuentro forma,
no encuentro asilo,
me faltas tú para sentirme,
como en la reja de un recuerdo
que me permite liberarme
entre palomas y jazmines,
entre las plazas y el recuerdo,
entre nombrarte y estrujarte
con este auleto cursi,
que el de adorarte sin descanso.
Ya son las siete y faltan quince,
para decir que en mi sosiego,
le restan menos abubillas
y yo nombrándote entre muros,
y tú, que faltas, vida mía.

Alberto Madariaga

(2011)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Voy a morir de ti...

Voy a morir de ti, lo sé, lo siento.
Me lo predice el alma cada día,
pues no se me conforma el sentimiento,
ni quiero conformarlo todavía.

Ese final soñaba y no arrepiento,
la mística palabra entre la umbría,
que suelto cada tarde por el viento
y quede aprisionada en tu alegría.

Voy a morir de ti, de no arrancarte,
de no saber medir el desespero
y el cauce de este fuego en que me inflamo.

Tranquilo es el final en mi sendero...
Ya ves que moriré sin olvidarte
y entonces... ¿Qué más da? ¡Así te amo!

Alberto
                    Madariaga
(2011)
a Nadia

Canción de Amor.

¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?
(Jaime Gil de Biedma)

 
Es la mirada lúgubre cortejo,
sin onda de crisol e iridiscencia,
a falta de la luz de tu existencia,
que siento abandonar y que no dejo.

Valles camina el paso con gracejo,
aceras que no acaban su vehemencia
y allí donde no bebo tu clemencia,
culmina mi suspiro en un bosquejo.

Tanta separación no la concibo,
tanta distancia extraña se convierte,
en un vaivén que juzgo insoportable.

Sólo sostiene al pecho un gran motivo,
una perpetua llama imperturbable:
este infinito amor, que es vida y muerte.

Alberto
               Madariaga
(2011)
a Nadia


martes, 6 de septiembre de 2011

Vértigo.


Te alejas de mí pensando
que me hiere tu presencia,
y no sabes que tu ausencia
es más dolorosa cuando
la soledad se va ahondando,
y en el silencio sombrío,
sin quererlo, a pesar mío,
oigo tu voz en el eco
y hallo tu forma en el hueco
que has dejado en el vacío.

(Xavier Villaurrutia)

Lentamente sentí un desprendimiento
de tu voz y mi voz. En tal dibujo,
una llama de sombras se produjo
y una flecha cavó mi pensamiento.

Pude ver a través del firmamento
de bochornos y hastíos, el embrujo
de la causa  febril que nos condujo,
al despierto crisol del finamiento.

En tu orilla, la culpa y la sorpresa.
En mi feudo, la muela de la herida,
y el orgullo latiendo en forma ilesa.

Duele ver el vaivén de la mordida,
en la sien del amor cuando nos besa
y es aquel quien soporta la partida.

Alberto
            Madariaga
(2011)
a Nadia



jueves, 1 de septiembre de 2011

Catarsis

Es ya muy tarde y torna el alma
a los bullicios exteriores de la rama y el jacinto...
Como se van perdiendo ya las nubes.
Desde la torre un mirlo,
se enlaza a los luceros
y yo me quedo al lado,
de la fiesta de auroras y de cometas
con esta soledad como testigo.
Parto desde el silencio ignoto.
Gotas que no terminan nuncan,
alambres de suspiros
se me derrumban lejos
y el corazón se torna hosco
sin oquedad alguna
cuando es el alma ansiosa quien llama a la ventana.
Verde que no termina,
azul que se estremece.
Ese Ying Yang de alondras y de huracanes
de mordidas sordas,
de escaramuzas que se enloquecen todas
al último alubión de una taza de lluvia por la noche.
Ya no recuerdo el día,
en que bebí la copa del delirio.
Hoy que no se cura el alma,
como me envidio viéndome al espejo,
lejano,
desterrado,
y vivo entre la noche.

Alberto
          Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

lunes, 15 de agosto de 2011

Búsqueda

Vaga mi piel sin ti rodeando dunas,
de inclemente noción, de forma extraña
y es el pecho sin verte una montaña,
sumergida su verde bajo hambrunas.

Miro en tus ojos campos y lagunas,
miro en tu tez la luna en telaraña,
que de plata volcánica se empaña,
en andares de otoños y aceitunas.

Pero también me faltas y es un hecho,
que gravita mi boca en desatino,
sin el cálido adagio de tu pecho.

Un girar de sonrojo y de platino,
nos dirá cuánto más tolera el techo,
cuánto más nos dispone el negro sino.

Alberto
        Madariaga
(2011)
a Nadia

domingo, 14 de agosto de 2011

La tierra de la Niebla.

Desde ayer simplemente te buscaba,
desde ayer, desde entonces simplemente,
mi suspiro llamaba viva fuente
que en mis sueños indómitos vagaba.

Es mañana, mi Amor y un ala flava,
pone cuentas de plata por mi frente
y me sabe el otoño diferente
y mi búsqueda ardiente es voz esclava.

Desde ayer yo te busco... Ya te siento
trepidar  las orillas de mi aliento
y tu fuego poner en mi respiro.

Desde ayer, desde entonces... Hoy te miro
y es mi sangre una fiesta en movimiento
y es un pájaro vivo mi suspiro.

Alberto
            Madariaga
(2011)
a Nadia

lunes, 25 de julio de 2011

La llegada


Arrebátame, amor, águila esquiva,
mátame a desgarrón y a dentellada,
que tengo ya la queja amordazada
y entre tus garras la intención cautiva.

No finjas más, no ocultes la excesiva
hambre de mí que te arde en la mirada.
No gires más la faz desmemoriada
y muerde de una vez la carne viva.
(Antonio Gala)

Quiere tregua el tifon que no te toca,
un destello de luz en su pavura...
Somos cuencas de Agosto en esta hondura
y rosal de ansiedad en cada boca.

Quiere tregua esta sed esquiva y loca,
de tu sábana blanca como albura,
quiere calma la carne que perdura,
indolente sin ti, cristal de roca.

Bajo pues los blasones. La bandera
del tesón escondido se ha tendido,
en la pálida luz de la lumbrera.

Llena el alma que implora tu gemido,
tu ventisca de clara primavera
y esa llama final de tu latido.

Alberto
            Madariaga
(2011)
a Nadia

domingo, 24 de julio de 2011

Molto Piu.

No es sólo la inquietud,
no es sólo el miedo,
ese miedo dócil, ante la mancha incierta.
Hay una corriente viva,
una interminable angustia de azucenas
corriendo bajo el alma,
cuando despierta tu recuerdo
y las islas de mis dedos,
llevan tu imperante olor en sus orillas.
De lejos se ven las velas,
de los barcos del viento,
de las anclas soñando en carcajadas locas
que son mis labios sin tus besos...
Y sin embargo... Hay algo más.
Un cardúmen de anocheceres largos,
una estela de ansias,
que besan mi quilla por las tardes
y son vampiros de niebla en las mañanas.
Y sin embargo, Amor -Amor tan mío como el agua-
hay algo que es tragedia en mis entrañas,
una oscura centella,
un trémulo trinar de parras
que se aferran al alba de tu cuerpo
y al hambre de tu imagen,
en una eterna llamada y en una incansable búsqueda.
Y hay más Amor, hay tanto,
hay este grito que se escapa como un niño,
como un chaval asustado en el insomnio alerta,
es un suspiro de mi fría boca,
es una candileja de miel,
una farola en la etérea sombra...
Es esta herida que no sangra
sino gotas de sueño,
es esta mordida de lobos
y de palomas salvajes
que dejan en mis plumas,
un sabor tan diferente y alegre,
como las cinco estrellas de tu nombre.

Alberto Madariaga
(2011)
de "Bajo el dosel"

Lluvia.

Quiero que llueva,
que simplemente caiga el agua de tus ojos,
como una tromba de esmeraldas
en mis desiertos mudos.
Quiero que vuelva el verde,
sobre el cuajo de la estepa,
donde se pierde el eco,
donde una esquila de palomas
es una sorda esencia, sin luz y sin color.
Por eso quiero que llueva...
Que se me caiga cada nube de tu cuerpo
en mis manos que te esperan,
quiero que tu voz sea un huracán de pétalos salvajes,
quiero que sean tus manos una tarde llena de granizo
y sean tus besos, los relámpagos de mirtos
que en mi boca estrellen.
Quiero que llueva.
Es tan lindo ver la lluvia.
Uno se siente como barquichuelo herido,
uno se encuentra en los remolinos de la noche
y es la lluvia como una luz aislada,
como un cometa herido,
que abre en dos el Cielo,
con su quejido ardiente.
Que llueva, sólo que caiga el agua...
Y que al llegar el Efebo,
y que el morir las nubes,
se el prado de tus ojos,
el despertar de mi luciente primavera.
Quiero que vuelva llover,
quiero beber la lluvia.

Alberto  Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

lunes, 18 de julio de 2011

Preso.

No me salves del ósculo travieso de cada vena tuya...
No, no quiero ser librado
de tal condena de fuego y de jacintos.
Abrígame en tus rejas,
en cada sensación del único temblor de tu acento,
de cada holocausto de tu pecho y de tu vientre...
Voy a tientas sin tus riendas.
Siento la noche ignota,
feaciente corazón inesperado
que se desgarra y nace
de ese grito verde de la promesa de tus ojos.
No, no me salves del castigo innenarrable,
del atroz terror de tus manos en las mías
del abrazo largo y consentido
que tu pecho tiene ahora.
Voy al latido ausente,
voy al imperio eterno de tu razón temprana
y digo cinco estrellas
y digo cinco candilejas que el corazón implora,
porque cada vez que el amanecer imprime,
son tus verdes ojos,
el color de la aurora iluminada.
Así que no me salves.
No indultes el castigo de tu cuerpo en brasa,
y mueve en el jurado de tu boca roja
la pena más ardiente,
la más larga,
la más intensa pena de tu amorosa compañía.
No, no me salves.
No me dejes en el aura dando bandazos,
que si es preciso hacer al alba añicos,
será como tu quieras,
pero en la prisión de tus sentidos.

Alberto
        Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

miércoles, 29 de junio de 2011

Por la noche.

Un temblor de caricias recurrentes,
es la noche en su sueño inesperado;
vibra el pecho desierto, desterrado
de los besos que nacen inclementes.

Azucenas en vuelo son los dientes,
al compás del amor, que enajenado,
vierte besos, mordidas sin cuidado
en eclipse total de dos simientes.

Tu callada, yo duermo... Tal parece,
que en el astro del sueño no adolece,
la epidermis expuesta del sentido.

La explosión en gardenias ha surgido.
Todos duermen mujer, y no parece
que en mis brazos descance tu gemido.

Alberto
          Madariaga
(2011)





martes, 28 de junio de 2011

Lontananza.

Quiero que sangre la distancia...
Le haré dos cortes.
Por la cabellera de sus largos rumbos,
donde las puertas son medidas sin sosiego
y es que yo,
no tengo ni suspiro arrepentido,
ni calma, ni voz,
porque esta distancia condenada,
se burla de mi acento por las noches.
El segundo corte,
deberá desangrar su oscura linfa...
Es muy posible que se muera,
y qué me importa...
Mis brazos no la quieren ver más,
aunque mis labios imploran su lánguida bebida
para -tal vez- hacer que la alborada se convierta
en un rosario ardiente,
en un deliberado cataclismo de versos encendidos,
de candilejas mudas
y de la eterna protesta de nombrar tus formas,
tus dejos,
y la imponente esfinge de tu nombre.
¿Qué haré cuándo se muera la distancia?
¿Cómo le haré los funerales a esta burbuja de nervios?
No lo sé.
Y es que quererte así, desde lo lejos,
desde donde el sol es un punto
y el aire una cisterna,
mi corazón ahonda en sus mazmorras,
la sed inconforme, incontenible,
de que me des un beso,
para sentir que la noche no se acaba todavía.

Alberto Madariaga
(2011)
"Bajo el Dosel"

miércoles, 15 de junio de 2011

Sumisión.

Está bien, será todo como quieras:
sin suspiros de amor, sin fuerza extraña.
sin temblores de fuego por la entraña,
ni nostalgias de otoño y primaveras.

No habrá quejas ni lágrimas severas,
seré duende sin nombre en la montaña
y después firmemente en la guadaña,
una gota de lluvia verdadera.

Será pues el amor sumisamente,
implacable marisma, firme puente,
un remanso al minuto destemplado.

Necesitas sentirme prisionero,
luego libre en el cielo, libre, pero...
Pero siempre a tu sombra encadenado.

Alberto
           Madariaga
(2009)
de "Sombra sin Filo"



lunes, 13 de junio de 2011

Amo mío.

Por la garganta me sube,
un río de sangre fresco,
de la herida que atraviesa,
de parte a parte mi cuerpo...
(Rafael de León)


De somnolencias lejanas,
de iridiscencias en vilo,
el corazón teje sombra
y engendra luz en suspiro,
por el embrujo sereno,
de flores y de rocío,
que entre tus brazos asoma,
para alumbrar mi delirio.
Mi boca cincela el beso,
mis manos el desvarío,
que puedan tus vivas manos,
brindarme con su retiro
y en el silencio dibujo,
el eco del timbre vivo,
nacido de tu garganta
y perviviente en mi oído.
¡Ay sangre del alma mía,
ay cántaro en mi desvío!
Pensando en la esencia tuya,
es una mar mi sentido.
En mi suspiro retengo,
los timbres de los cintilos
y a solas los voy prendiendo,
con cada tenue suspiro,
que nace cuando me asalta
tu claro recuerdo ardido.
¡Ay sangre del alma mía,
ay cántaro en mi desvío!
Pensando en la esencia tuya
es una mar mi sentido.
Tramonto las calles solas,
los parques sin ti sombríos,
los campos iridiscentes
y los balcones dormidos,
y pienso en tu mano viva,
en tu cabello y tu abrigo,
en el dosel de tus ojos,
y con tu beso en el mío,
y todo se va luciendo
y todo se ve florido,
ante la imagen serena,
de tu calor y respiro.
No sé que noche serena,
podré tener el desvío,
de adormecerme en tu pecho,
de reposar en tu ombligo
y de saber en tus brazos,
la flor del calmo retiro.
¡Ay sangre del alma mía,
ay cántaro en mi desvío!
Pensando en la esencia tuya,
es una mar mi sentido.

Alberto Madariaga
(2011)



viernes, 10 de junio de 2011

Cuando vengo hasta ti.

Hay tanto cuando vengo hasta tus brazos...
Hay tanto. Hay lumbre, hay espasmos de luna
que bajan por mis dedos
y las cascadas de tus labios
y mis palabras son campanas que vuelan libremente
para que tú las oigas en la noche.
Hay tanto cuando vengo hasta tu acento.
No soy la sangre,
ni la hoguera
ni el tiempo desbocado por tu pelo.
Yo soy el que te habla,
el que rompe los pilares de la nieve
para llevar las ánforas lejanas
a tus esquivos ojos.
Escúchame esta noche.
Escúchame ahora que te amo dueña mía,
ahora que no soy sino un remanso
emanado de las frondas de tu cuerpo.
Hay tanto cuando vengo hasta tus brazos.
Descubro que te amo en las mañanas
y miro, que te siento en un suspiro.

Alberto Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"



viernes, 3 de junio de 2011

Rumores...

Dicen que el alba es fresca
y no lo dudo.
Como tampoco dudo de cada mirto enraizado en tu nombre
o de las conchas de avena
que tiene tu voz cuando nace.
Dudo sin embargo, de esta cercanía,
de esta trémula nota de verano
que surge de los árboles de Enero
y se incrusta en mis ojos,
en mis fauces,
como una descarada lagartija,
que me transforma amor, que me transforma.
Y subo la cuesta
y miro tu vientre.
¡Oh sensación de ser!
¡Oh liviandad lejana!
Quiero bajar por el dosel de noche de tu pelo,
llegar a tus entrañas,
a tu boca,
y en un relámpago de fuego y sangre,
escapar al abismo de tu secreto abrazo
de ese abrazo que ofrecen tus hinojos.
O conmover la tesitura afable,
que de tu pecho, de tu cuello,
escapan.
¡Ignórame amor mío!
Ya ves que soy el tigre y soy el trueno.
Pero esa imagen que besó mi noche,
esa tibieza de tu cuerpo alado,
flotando en el vapor de mi deseo,
no ceja nunca,
no desespera su trance libertino
y me tiene a tus pies,
queriendo hacerte mía.

Alberto
          Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

martes, 31 de mayo de 2011

Canto de amor.

Ilumíname esta tarde con tu voz...
Mis despavoridos ojos,
van buscando tu nombre,
y mis venas excavan
un silencio profundo como el tiempo,
para poner el cuepo de tu verbo.
Ven, sólo tramonta un alba imaginada
y lléname de ti, de tu presencia,
de los ósculos que nunca me han nacido
de los tiempos de pan,
de las olas de palomas
que en mi plaza discuten
por el paso del viento...
Sólo ven.
Abre el sol en tus dedos
y que me llegue la verdad del verano
en tus labios de aurora
y de jacinto.

Aberto
                 Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

Del amor y la locura

Cuando el amor no es locura, no es amor...
(Pedro Calderón de la Barca)

El Amor sin locura, no es Amor
y sin Amor no existe la locura.
En ambos la coherencia no figura,
ni puede haber cabida a su color.

No puede hallarse un gozo sin dolor,
por mucho que lo quiera la cordura;
lo dulce tiene un dejo de amargura,
dormido en su enigmático sabor.

Si el mar más rebozante de hermosura,
esconde una aridez en su frescor...
¿Por qué no hay que decirse con soltura

que no hay silencio falto de clamor,
que sin Amor no puede haber locura
y el Amor sin locura no es Amor?

Alberto
           Madariaga
(2008)
de "Cancionero"

domingo, 29 de mayo de 2011

Olvídame si puedes...

Arráncame de ti, te desafío...
Olvida cada beso que te he dado
y busca en otros brazos el cuidado,
que borre de tu nombre el nombre mío.

No tiembles. No retractes tu albedrío...
No vuelvas a pensar que me has amado
y piensa en otra boca sin enfado
y rinde en otro lecho el desvarío.

Olvídame mujer. No dejes nada.
Ni sombra, ni suspiro, ni alborada,
ni verso taciturno, ni las redes

que atrapen tu conciencia si es que cedes.
Me dejas, nada digo y mi mirada,
te dice que me olvides... Si es que puedes.

                   Alberto
                       Madariaga
                        (2006)
                           de "Horas de Amor"

sábado, 28 de mayo de 2011

No sobrepeso amor en tu partida...

No sobrepeso amor en tu partida,
la malograda esencia del bosquejo,
porque presiento a veces que te dejo
sin completar su faz la despedida.

Algo quedó durmiendo en la guarida
terriblemente cruel de mi gracejo...
Brilla tu luz, amor, en mi reflejo
para decir palabra adolorida.

No le permito el don de la balanza,
a la secreta voz de la esperanza,
que no se duerme si no deja penas.

¿Ves las estrellas de ansiedad serenas?
Son las nostalgias de mi brava andanza,
que te rebusca en mis maltrechas venas.

Alberto
       Madariaga
(2009)
de "Sombra sin filo"

Déjame ser de ti...

Déjame ser de ti, no digas nada.
No pretendo sangrar tu resistencia,
sin que pruebes la luz de mi presencia
y yo nade en el mar de tu mirada.

Deja que venga a ti... ¿Estás callada
para nunca mostrar correspondencia?
Quiero entonces sentir tu somnolencia,
siendo brasa tu boca de granada.

Deja nacer la luz. La tarde oscura,
con destellos balsámicos depura,
el silencio de amor que nos envuelve.

No vulneres quietud, que no te absuelve
ni tampoco te apresa mi ternura,
que tus brazos libertos se resuelve.

Alberto
         Madariaga
(2011)
Poemas Sueltos.

Poco Importa en el alma...

Poco importa en el alma y la porfía,
que te vayas de mí como has llegado...
Soy un pómulo ardiente y perfumado,
por tu esencia gitana de ambrosía.

Al misterio de ausencia seguiría,
cada huella que deje tu legado...
Puedes irte completa y sin cuidado;
sigues siendo al final, tan sólo mía.

No te amé por la noche, ni a la espera
que las flores de Junio dieran luces,
en concierto sin fin de primavera.

Puedes irte tranquila con lo arcano;
yo me quedo tranquilo -y no de bruces-
es tu mano tan mía en otra mano.

Alberto Madariaga
(2011)
Poemas Sueltos.

viernes, 27 de mayo de 2011

Amor.

No lo sabré y no lo intuyo y tampoco lo acierto,
pero sé que de tus labios rojos,
escapa una paloma.
No lo acierto, ni lo sabré y no lo intuyo,
pero deduzco que debajo del campo de tu seno,
un litoral dormido se traduce
ante mis ojos.
No lo intuyo, ni lo acierto y tampoco lo sabré...
Sólo dio quedamente que te quiero,
sólo tiemblan los basaltos de mi quilla
ante el eco, de tu voz despierta
y qué decir mujer,
y qué decir amor,
del grito sobrehumano,
que sangran mis delirios,
cuando del laberinto de mis labios,
se escapa el minotauro del "Te amo".

Alberto
           Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

miércoles, 25 de mayo de 2011

Al alba.

Esta tarde ya sé que me quieres,
me lo han dicho tus ojos dormidos,
que el silencio es en ciertas mujeres,
una fronda cargada de nidos.
(Jaime Torres Bodet)

Las horas son despiertas cuando duermen
ancladas a la brisa de tu pelo.
Hoy ya eres mía
y todo el aire
y el agua
y el alba
y la brisa
y el céfiro luciente,
son un concierto en par,
una rima sangrante de gaviotas
porque he sabido al fin que estás cercana.
¿Qué lejanos bullicios lanzan mis ojos?
¿Qué tactos no vistos mi olfato escucha?
Todo sabe a tu voz,
todo huele a tu risa,
a la flauta de Junio de tu nombre,
cuando al llegar el alba te descubro
y soy una extensión, una barca en la noche,
un fantasma de luna y filigrana,
en tu palma y tu boca.
En mis labios la esperanza se desnuda y aprende,
en tus ojos el miedo,
sólo espero que muera.
Que se asomen los lirios a mirarte,
en la orilla mojada de mis brazos.

                  Alberto
                      Madariaga
                           (2011)
                       "Bajo el Dosel"

lunes, 23 de mayo de 2011

Amanecer.

Hoy es el día del alba fresca y latitud mojada...
Tiene el verano un rostro,
como de calma ardiente
y las Nereidas viven sobre mi pluma en flor.
Hoy es el alba del día y latitud ignota,
hoy es la sombra un punto,
una orquídea en el oceano del beso
recíproca y cambiante,
serpiente y obsidiana.
Hay una senda hiniesta,
una canasta de piñones ambarinos
y un postulado de jaguares y quetzales
armonizando el cielo de mi frente.
¿Qué se me ocurre entonces?
Sí.
Hoy es la latitud del día y del alba ansiosa,
hoy son las mariposas un intrincado mausoleo
de caracolas y de suspiros,
y yo soy -envuelto en brisa-
un tulipán de anocheceres claros.

Alberto
    Madariaga
          (2011)
de "Bajo el Dosel"

domingo, 22 de mayo de 2011

Magia.

Todo tiene un color tan distinto
pero es tan incierta esa lluvia de camaleones inertes
que me parece mentira, su derroche de espuma.
Pero llegas al alba
y transformas el común del suspiro
en una larga cascada de astrolabios,
donde yo cambio al azul
que sigue siendo azul de lapizlázuli,
y lo convierto en un rojo interminable.
Lo impensable adquiere manos
y las manos adquieren luces y olores
y los olores son un barco sin Octubre
y es Octubre una fiesta entre tu ombligo.
Así es amor, es tan largo mi desvelo.
Así es el nombre que se embriaga en mis adentros
y así es la noche cuando en ella yo descubro
la larga manta ardiente de tu pelo
y ya en la luna,
las formas de tu rostro que me busca
y en las estrellas,
la brasa incontenible de tus ojos.

Alberto
    Madariaga
(2011)
de "Bajo el Dosel"

sábado, 21 de mayo de 2011

Tarde de Miercoles.

A tus ojos huelen las frondas, a tus ojos...
Ha pasado la noche
y todavía palpitan los últimos linderos
de un suspiro a hurtadillas,
de una voz,
de un lejano y ausente cataclismo,
olvidado en tu nombre
y abrasado en el mío.
Es un pentágono vivo tu presencia
y es la noche un concierto de silencios,
donde mi voz escapa hasta la cueva núbil de tu oreja
y mis pupilas hambrientas,
te recrean mil veces,
en sus tripas de mimbre.
Sí que has calado adentro,
sí que me robas calma.
Hace ya días que te busco:
hoy me doy cuenta,
de que te llamo a solas.

                    Alberto
                        Madariaga
                           (2011)
                         del poemario "Bajo el Dosel"

Sortilegio.

Bullen céfiros vivos en mis sienes cansadas...
Tú distante, yo lejos,
todo puebla la niebla
y no son más los ojos sino auroras,
y no son las auroras sino mantos ausentes
que olvidaron el nombre,
ese nombre infinito donde yo te cantaba.
¿Es el alma quien duerme? No lo creo.
Y heme aquí con linterna todavía,
heme aquí despertando,
heme aquí conmoviendo los últimos manteles
para el rosal que lleva la esperanza.
Si tan sólo el tiempo fuera un punto,
marcado en el ocaso y congelado,
si estas ganas fueran ramas de jacinto
y nuestras dos voces,
fueran dos cercanas supernovas
que cierran su desvelo en tibios besos,
¡ay Amada mía, cuánta blonda quietud nos tomaría,
cuánta luz y pasión en nuestros dedos,
prenderían la carne y luego el alma!

Alberto
    Madariaga
       (2011)

viernes, 20 de mayo de 2011

Breve Nota de Amor.

Amada mía:

Puedes irte tranquila porque yo te lo digo.
La llovizna no olvida donde estuvo la flor,
poco importa que partas, si te quedas conmigo
o que olvides mi nombre, si recuerdas mi amor.

Ya verás con las canas, madurez en el trigo
y mis ojos livianos, matizado candor;
estos versos engendro no durmiendo contigo,
pero sé quedamente: tú les das el color.

Lloverán mariposas, si olvidarte consigo
y retoños inciertos, retendrán tu calor
o mis fuerzas cansadas buscarán otro abrigo;

sin embargo es tan vano, el olvido en vapor,
porque puedes marcharte, mas te quedas conmigo,
yo quedarme con otra, siendo tuyo mi amor.

                 Alberto
                       Madariaga
                        (2011)